lunes, 28 de mayo de 2012

concierto de montaner, almuerzo conjunto folklórico y subcidio habitacional

el viernes fui con mi polola al concierto de Ricardo montaner, llegamos como a las 7 y media de la tarde al movistar arenas, aún no abrían las puertas cuando llegamos, a si es que nos mojamos un poco ya que estaba lloviendo, una vez que entramos tuvimos que esperar hasta como las 10 de la noche para que saliera montaner, antes que él saliera, actuaron sus hijos, y antes de su espectáculo huvo un telonero que fue un grupo nacional, se llamaba la otra fe, o algo así, no recuerdo bien el nombre. En cuanto al concierto de Montaner, cantó los éxitos, es decir temas conocidos, el resital terminó como las 12 y media de la noche, cuando salimos estaba lloviendo a si es que llegamos mojados a la casa, tuvimos que tomar 2 micros. El sábado fue el almuerzo d inicio de temporada del conjunto folklórico, donde se da la bienvenida a los nuevos integrantes, fue en la casa de la directora del grupo, huvo arrollado con papas, ensalada a la chilena, después estuvimos cantando, tocando guitarra y bailando, estuvo entretenido aunque como estaba lloviendo, en la tarde se cortó la luz. También recibí la buena noticia de que salí aseptado en el subcidio habitacional para la clase emerjente, la cual estoy muy contento y ya pienso en buscar casa o depto. Antes había postulado al fondo solidario pero no salí favorecido, ahora que me salió este subcidio,espero luego tener mi casa propia.

lunes, 21 de mayo de 2012

el último duelo

Dentro de las figuras públicas que recurrieron a esta especial forma de lavar el honor, nos encontramos con don Raúl Rettig Guissen (1909 2000), quien se enfrentó con quien sería el Presidente de la República, el doctor Salvador Allende Gossens (1908 1973). El 6 de agosto de 1952, y faltando un mes para la elección presidencial que ganaría don Carlos Ibáñez del Campo. Allende, más conocido como “Chicho, se presentaba por primera vez como candidato a la presidencia de Chile por el Frao (Frente de acción popular). Ya unas semanas antes del duelo, un amigo carbonero de Allende le había comentado que Rettig “lo andaba pelando”, señalando que su candidatura estaba patrocinada por Arturo Matte, perteneciente a la derecha y dueño de la papelera, y el tercer candidato al sillón presidencial. Se cuenta que el episodio se desencadenó cuando Rettig y Allende eran senadores de la República. En una sesión a fines de julio de 1952, se desató una acalorada sesión mientras se discutía la moción del diputado Baltasar Castro para aumentar los días de vacaciones de los mineros. Se suponía que era una moción de fácil trámite, ya que había pasado rápido por la comisión de trabajo presidida por Rettig. Eran días de elecciones, y los votos de los mineros eran muy importantes, por lo que Allende decidió interrogar públicamente a Rettig, para evidenciar que éste tenía un conocimiento muy superficial sobre la moción de Castro. Así, comenzó un encendido y pasional diálogo entre los dos. Allende: Exijo que su señoría, como presidente de la Comisión de Trabajo, me dé una respuesta concreta. Rettig: Hace muchos años que rendí mi examen. Respondo sólo lo que quiero. Allende: No responde porque ignora la materia. Y ésta no le interesa porque su señoría es un “tránsfugo”. Rettig: Es otra canallada de su señoría. ¿La podría repetir afuera? Allende: Aquí y afuera, pero le prevengo que lo podría enviar a la Asistencia Pública. Rettig: Son muchas las víctimas que su señoría ha enviado a la asistencia cuando han requerido sus servicios. Allende: Prefiero ser un mal médico antes que un abogado gestor. Mientras el senador Eduardo Frei Montalva intentaba infructuosamente de separarlos y calmar los ánimos, y el senador Mario Palestro encendía los ánimos para que llegaran a las manos, el desafío había quedado sellado, y ambos contendientes enviaron a sus padrinos de duelo. Rettig, quien en su vida había tomado un arma, nombró a Hernán Figueroa Anguita y a Ulises Correa, mientras que Allende escogió a Astolfo Tapia y Armando Mallet. El senador Fernando Alessandri intentó hasta el último minuto que hicieran las paces, pero Allende se negó a retirar sus palabras. El duelo se desarrolló de manera normal: ambos tomaron sus armas, caminaron, mientras los testigos aguardaban nerviosos el desenlace del denfrentamiento, hasta que por fin se escucharon disparos. El duelo finalizó con Allende tendido inmóvil en el piso, quien había eludido la muerte, al resvalar con el barro que había en el sector, golpe que lo había dejado inconsciente. Aunque ambos mantuvieron sus diferencias, Rettig y Allende siguieron su amistad hasta el último día. “Fue una estupidez. Yo era amigo de Salvador y después volví a serlo”, señaló Rettig en sus memorias. Este duelo no sólo es recordado por el calibre de sus figuras que en él se vieron envueltas, sino porque tras este enfrentamiento, la historia de Chile no registró ningún duelo más.

domingo, 13 de mayo de 2012

duelistas connotados de nuestra historia

Uno de los duelos que se plasmó en nuestros anales por la ingeniosa y graciosa salida del retado se produjo en julio de 1840 cuando el general Manuel Bulnes era candidato a la presidencia de Chile. En esa ocasión, el opositor a Bulnes, Pedro Godoy, sacó de las casillas al general a causa de los continuos ataques en el periódico “Contra la tiranía”. Harto de los malos tratos, Manuel Bulnes le envió a sus padrinos para que Godoy escogiera las armas con las que se enfrentarían. Sabiendo que Bulnes era diestro con la espada, el hábil Godoy escogió la pistola. Los padrinos de Manuel Bulnes objetaron el arma, argumentando que Godoy era de contextura muy pequeña bastante flaco a decir verdad. Y no representaría un blanco fácil, a diferencia de don Manuel, quien era muy corpulento. Considerando los resquemores de los padrinos, Godoy ofreció pintarle a Bulnes una silueta con una tiza blanca, y si la bala daba fuera de la línea demarcada, el tiro no valía. También tenemos al León de Tarapacá, Arturo Alesandri Palma (1868-1950), quien debía enfrentarse a don Guillermo Rivera, en 1920. En aquella ocasión Alesandri escogió como lugar de duelo El Cristo Redentor, en plena Cordillera de los Andes. El motivo: Alesandri era candidato a la presidencia de la Nación, y como el duelo estaba penado por ley, él podría perder su opción a llegar al Palacio de la Moneda. Por eso, si el duelo se desarrollaba en la frontera con Argentina y llegaba la policía, era más rápido pasarse al otro lado y salir libres de polvo y paja. El “león” partió con sus padrinos a la cordillera, y contrató a todos los arrieros que estuvieran disponibles, así como todas las mulas que se encontraban a disposición de qienes debían subir por aquellos inhóspitos caminos. Después de esta jugada magistral de Alesandri, él y su comitiva esperaron en vano a Rivera y a sus padrinos. Los testigos del candidato presidencial levantaron el acta solemne en la que señalaban que el contendor, es decir, Guillermo Rivera, no se había presentado en el campo de honor y que era imperioso que regresaran a la capital, ya que se estaban muriendo de frío. Pero a parte de los “duelos ingeniosos o graciosos”, también hubo trágicos. Uno de ellos ocurrió en 1915, y en el cual perdió la vida el caudillo liberal don Guillermo Eyzaguirre Rousse, trayendo además consigo el fin del diario “La Mañana”, del cual era el propietario. Ese año, la presidencia de la República era disputada por don Juan Luis Sanfuentes (por los conservadores) y Javier Ángel Figueroa (por la Alianza Liberal). En Chiloé la campaña fue extremadamente reñida, teniendo incluso como anécdotas asaltos a secretarías y amedrentamientos por parte de matones a sueldo. Los caciques conservadores, los señores Del Campo y Subiabre, se vanagloriaban de que no dejarían votar a los liberales. Es ese momento, Guillermo Eyzaguirre, de 31 años, llegó a Chiloé a defender los intereses de la Alianza Liberal haciendo las veces de “corresponsal” para su propio diario y envió un telegrama en el que señalaba que Ignacio Díaz había sido “bárbaramente golpeado con laque y manopla por la pareja de Marras”. Cuando   llegaron a la zona los ejemplares de “La Mañana”. Carlos Del Campo buscó a Eyzaguirre y le preguntó si él había enviado el telegrama a lo que Eyzaguirre respondió afirmativamente. Ante la confirmación, Del Campo le señaló: “entonces me va a dar explicaciones porque yo no aguando de nadie”. Así, el duelo el amanecer del 23 de junio en la Puntilla de Chonos, cercana a la estación ferroviaria de Castro, y para empeorar los ánimos, la noche anterior al duelo, un adherente liberal fue muerto a tiros, si bien Eyzaguirres no comentó una sola palabra a su diario sobre el duelo que lo esperaba, sí relató con lujo de detalle la muerte del liberal asesinado. En la mañana del 23 de junio, en medio de un fuerte temporal, se llevó a cabo el duelo. En esas extremas condiciones, los padrinos en vez de dar las 3 palmadas de rigor, optaron por gritar “uno dos tres”. Los testigos de Eyzaguirre aseguran que Del Campo disparó antes de tiempo, por lo que el liberal cayó mortalmente herido. En las páginas de “La Mañana”, señalaron que lo ocurrido no fue un duelo, sino un asesinato, y que la bala que acabó con la vida de su dueño, fue recibida en la espalda, cuando Eyzaguirre aún no se daba vuelta para disparar. El cadáver del malogrado caudillo liberal fue embalsamado, siendo recibido en la ciudad de Santiago como todo un Mártir.

domingo, 6 de mayo de 2012

yo lo reto a duelo

Hasta hace poco, el hombre se defendía con la propia vida. Los duelos fueron muy populares en Chile, y en nuestra historia hay connotadas figuras que se vieron enfrentadas cara a cara con la muerte. Desde hace siglos el duelo se instaló como una de las formas de resguardar o limpiar la honra y honor mancillados “entre caballeros”. Bastaba con sentirse pasado a llevar, humillado o deshonrado, para arrojar un guante al piso o golpear la mejilla del ofensor con éste, poner fecha y hora, y escoger el tipo de arma con la que se enfrentarían, para luego buscar a los padrinos del duelo. Si bien la mayoría de las veces esto terminaba con una pequeña herida, también ocurrían desenlaces fatales, aunque el ofendido debía escoger entre una muerte digna, o ser escrutado socialmente. Mas que el patrimonio, eran la honra y la vida, los valores más elevados del hombre hasta la primera mitad del siglo XX. En el mundo antiguo, el duelo no existía como reparador de ofensas, aunque entre griegos y romanos podemos ver una singular forma de combate, que se dio para decidir victorias entre dos pueblos en batalla, y de esta forma evitar el enfrentamiento de los ejércitos. Así lo muestra el combate entre David y Goliat, o también Héctor contra Aquiles, aunque fue gracias a los germanos, durante el feudalismo, que el duelo evolucionó. Celos, indiscreciones, amores furtivos, engaños, diferencias políticas, desplantes y hasta simples descortesías eran razón suficientes para batirse a duelo. A partir del siglo XI, dentro de la propia Iglesia Católica se desarrolló una suerte de hostilidad hacia el duelo, judicialmente hablando. En el concilio de Letrán (1215) fueron prohibidos, y a medida que los códigos civiles adquirieron fuerzas, las propias monarquías también tomaron medidas contra los duelos. Pero, fue gracias a su carácter que el duelo subsistió hasta el siglo XX de forma habitual, como un lance de honor a espada, sable o pistola, con testigos, y claramente sujeto a normas claramente establecidas en los códigos de honor. Probablemente el auge y persistencia del duelo se lo debemos a la costumbre importada desde Italia en el siglo XV, cuando era de uso común llevar la espada como un accesorio más dentro de la indumentaria, por lo que odían batirse en cualquier momento y lugar. Pero dada nuestra cercanía con el pueblo inglés, fue el “duelo a la inglesa” o Estuche con pistolas de duelo inglés. El estilo de enfrentamiento que se pondría de moda en nuestras tierras. El código inglés de honor, señalaba que los duelistas estaban obligados a respetar un número de reglas fijas previamente establecidas, ambos contendientes tenían que poseer el mismo nivel social , ya que de lo contrario las desavenencias deberían ser resueltas en un juicio ordinario. Además debían llevar a dos testigos o padrinos, encargados de determinar el grado de la ofensa, decidir la fecha y lugar del duelo, el tipo de arma que se utilizaría, y la distancia que mediaría entre los adversarios. Después del lance, los padrinos o testigos tenían por obligación redactar un protocolo, esencial en el caso de que uno de los duelistas cayera mortalmente herido, porque de lo contrario caería sobre el “responsable” una sanción penal. De este modo se establecieron tres tipos de duelo: los decretarios o a muerte, los propugnatorios o a primera sangre, lavando la honra, pero sin ánimo de matar, y los satisfactorios, en éstos se estaba dispuesto a desistir de la confrontación cuando el ofensor prestara la debida satisfacción. El comportamiento de esto caballeros tenía que ser “escrupulosamente” correcto, y aunque las circunstancias los sobrepasaran, debían mantener la serenidad. Y tal como se aconseja en el libro “The Art of Duelling”, de 1836, en el caso de ser mortalmente herido, es importante mantener la sangre fría hasta el último momento para morir decorosa y dignamente. Y a pesar de observaciones como éstas, los duelos no tenían un carácter tan sangriento como se podría imaginar, y fue sólo hasta que la pistola fue adoptada como arma reglamentaria por la revolución francesa, que el duelo se transformó en una ruleta mortal.