sábado, 13 de mayo de 2017
la amabilidad
Sea amable y vivirá más… y mejor.
La amabilidad es una fuente inagotable de recursos que conducen al éxito. Nos hace más fuertes, más sanos, más felices, más seductores y más creativos.
Simpatía, generosidad, empatía y comprensión. Mezclar bien estos
ingredientes y servir con amor. ¿El resultado? Amabilidad para
afrontar el día, la noche y la vida misma. En un momento crucial
como el que estamos viviendo, con la incertidumbre a la vuelta de
cada esquina, el miedo como cómplice de noches de insomnio,
numerosos expertos han dado un paso adelante para reivindicar la
amabilidad como uno de los valores que nos ayudarán a
reestructurar el presente y a afrontar el futuro con garantías.
Ser amables nos puede liberar de temores y angustias.
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Los actos amables crean en nuestra vida cotidiana un mayor sentimiento de felicidad.
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Incentivar en los niños valores como la amabilidad hace que crezcan más felices.
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Siendo amables no sólo seremos más dichosos, también seremos más fuertes y más sanos.
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Amén de experimentar una agradable sensación de bienestar y placer gracias a que nuestro cerebro derrochará endorfinas, las conocidas popularmente como
hormonas de la felicidad. Y como la amabilidad se contagia y se expande, se convierte en uno de los más eficaces impulsores de cohesión social.
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Así, la amabilidad acaba creando sociedades más unidas, respetuosas y solidarias, enérgicas frente a la adversidad y capaces de gestionar las dificultades.
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Nuestro sistema inmunológico se ve beneficiado, ya que la amabilidad nos ayuda a regularlo y a mantener a raya los niveles de cortisol, la hormona del
estrés.
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La amabilidad es la aliada perfecta para soportar el dolor o
atenuar la ansiedad, porque nuestro estado de ánimo y nuestra
actitud mejoran. Y eso provoca en el organismo un flujo mayor
de endorfinas. Como cuando hacemos deporte, escuchamos
buena música, vemos una buena película o practicamos buen
sexo, al ser amables las endorfinas corretean por nuestro
organismo proporcionándonos placer y conectándonos con un
bienestar no solo psicológico, también físico. Y engancha, dicen
los expertos, como una droga. “Ayudar a los demás funciona
como los narcóticos, pero sin secuelas”.
No podemos olvidar que al ser amables, mejora nuestra memoria, se regula el apetito y disminuye la
irritabilidad.
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