lunes, 21 de mayo de 2012

el último duelo

Dentro de las figuras públicas que recurrieron a esta especial forma de lavar el honor, nos encontramos con don Raúl Rettig Guissen (1909 2000), quien se enfrentó con quien sería el Presidente de la República, el doctor Salvador Allende Gossens (1908 1973). El 6 de agosto de 1952, y faltando un mes para la elección presidencial que ganaría don Carlos Ibáñez del Campo. Allende, más conocido como “Chicho, se presentaba por primera vez como candidato a la presidencia de Chile por el Frao (Frente de acción popular). Ya unas semanas antes del duelo, un amigo carbonero de Allende le había comentado que Rettig “lo andaba pelando”, señalando que su candidatura estaba patrocinada por Arturo Matte, perteneciente a la derecha y dueño de la papelera, y el tercer candidato al sillón presidencial. Se cuenta que el episodio se desencadenó cuando Rettig y Allende eran senadores de la República. En una sesión a fines de julio de 1952, se desató una acalorada sesión mientras se discutía la moción del diputado Baltasar Castro para aumentar los días de vacaciones de los mineros. Se suponía que era una moción de fácil trámite, ya que había pasado rápido por la comisión de trabajo presidida por Rettig. Eran días de elecciones, y los votos de los mineros eran muy importantes, por lo que Allende decidió interrogar públicamente a Rettig, para evidenciar que éste tenía un conocimiento muy superficial sobre la moción de Castro. Así, comenzó un encendido y pasional diálogo entre los dos. Allende: Exijo que su señoría, como presidente de la Comisión de Trabajo, me dé una respuesta concreta. Rettig: Hace muchos años que rendí mi examen. Respondo sólo lo que quiero. Allende: No responde porque ignora la materia. Y ésta no le interesa porque su señoría es un “tránsfugo”. Rettig: Es otra canallada de su señoría. ¿La podría repetir afuera? Allende: Aquí y afuera, pero le prevengo que lo podría enviar a la Asistencia Pública. Rettig: Son muchas las víctimas que su señoría ha enviado a la asistencia cuando han requerido sus servicios. Allende: Prefiero ser un mal médico antes que un abogado gestor. Mientras el senador Eduardo Frei Montalva intentaba infructuosamente de separarlos y calmar los ánimos, y el senador Mario Palestro encendía los ánimos para que llegaran a las manos, el desafío había quedado sellado, y ambos contendientes enviaron a sus padrinos de duelo. Rettig, quien en su vida había tomado un arma, nombró a Hernán Figueroa Anguita y a Ulises Correa, mientras que Allende escogió a Astolfo Tapia y Armando Mallet. El senador Fernando Alessandri intentó hasta el último minuto que hicieran las paces, pero Allende se negó a retirar sus palabras. El duelo se desarrolló de manera normal: ambos tomaron sus armas, caminaron, mientras los testigos aguardaban nerviosos el desenlace del denfrentamiento, hasta que por fin se escucharon disparos. El duelo finalizó con Allende tendido inmóvil en el piso, quien había eludido la muerte, al resvalar con el barro que había en el sector, golpe que lo había dejado inconsciente. Aunque ambos mantuvieron sus diferencias, Rettig y Allende siguieron su amistad hasta el último día. “Fue una estupidez. Yo era amigo de Salvador y después volví a serlo”, señaló Rettig en sus memorias. Este duelo no sólo es recordado por el calibre de sus figuras que en él se vieron envueltas, sino porque tras este enfrentamiento, la historia de Chile no registró ningún duelo más.

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