domingo, 6 de mayo de 2012

yo lo reto a duelo

Hasta hace poco, el hombre se defendía con la propia vida. Los duelos fueron muy populares en Chile, y en nuestra historia hay connotadas figuras que se vieron enfrentadas cara a cara con la muerte. Desde hace siglos el duelo se instaló como una de las formas de resguardar o limpiar la honra y honor mancillados “entre caballeros”. Bastaba con sentirse pasado a llevar, humillado o deshonrado, para arrojar un guante al piso o golpear la mejilla del ofensor con éste, poner fecha y hora, y escoger el tipo de arma con la que se enfrentarían, para luego buscar a los padrinos del duelo. Si bien la mayoría de las veces esto terminaba con una pequeña herida, también ocurrían desenlaces fatales, aunque el ofendido debía escoger entre una muerte digna, o ser escrutado socialmente. Mas que el patrimonio, eran la honra y la vida, los valores más elevados del hombre hasta la primera mitad del siglo XX. En el mundo antiguo, el duelo no existía como reparador de ofensas, aunque entre griegos y romanos podemos ver una singular forma de combate, que se dio para decidir victorias entre dos pueblos en batalla, y de esta forma evitar el enfrentamiento de los ejércitos. Así lo muestra el combate entre David y Goliat, o también Héctor contra Aquiles, aunque fue gracias a los germanos, durante el feudalismo, que el duelo evolucionó. Celos, indiscreciones, amores furtivos, engaños, diferencias políticas, desplantes y hasta simples descortesías eran razón suficientes para batirse a duelo. A partir del siglo XI, dentro de la propia Iglesia Católica se desarrolló una suerte de hostilidad hacia el duelo, judicialmente hablando. En el concilio de Letrán (1215) fueron prohibidos, y a medida que los códigos civiles adquirieron fuerzas, las propias monarquías también tomaron medidas contra los duelos. Pero, fue gracias a su carácter que el duelo subsistió hasta el siglo XX de forma habitual, como un lance de honor a espada, sable o pistola, con testigos, y claramente sujeto a normas claramente establecidas en los códigos de honor. Probablemente el auge y persistencia del duelo se lo debemos a la costumbre importada desde Italia en el siglo XV, cuando era de uso común llevar la espada como un accesorio más dentro de la indumentaria, por lo que odían batirse en cualquier momento y lugar. Pero dada nuestra cercanía con el pueblo inglés, fue el “duelo a la inglesa” o Estuche con pistolas de duelo inglés. El estilo de enfrentamiento que se pondría de moda en nuestras tierras. El código inglés de honor, señalaba que los duelistas estaban obligados a respetar un número de reglas fijas previamente establecidas, ambos contendientes tenían que poseer el mismo nivel social , ya que de lo contrario las desavenencias deberían ser resueltas en un juicio ordinario. Además debían llevar a dos testigos o padrinos, encargados de determinar el grado de la ofensa, decidir la fecha y lugar del duelo, el tipo de arma que se utilizaría, y la distancia que mediaría entre los adversarios. Después del lance, los padrinos o testigos tenían por obligación redactar un protocolo, esencial en el caso de que uno de los duelistas cayera mortalmente herido, porque de lo contrario caería sobre el “responsable” una sanción penal. De este modo se establecieron tres tipos de duelo: los decretarios o a muerte, los propugnatorios o a primera sangre, lavando la honra, pero sin ánimo de matar, y los satisfactorios, en éstos se estaba dispuesto a desistir de la confrontación cuando el ofensor prestara la debida satisfacción. El comportamiento de esto caballeros tenía que ser “escrupulosamente” correcto, y aunque las circunstancias los sobrepasaran, debían mantener la serenidad. Y tal como se aconseja en el libro “The Art of Duelling”, de 1836, en el caso de ser mortalmente herido, es importante mantener la sangre fría hasta el último momento para morir decorosa y dignamente. Y a pesar de observaciones como éstas, los duelos no tenían un carácter tan sangriento como se podría imaginar, y fue sólo hasta que la pistola fue adoptada como arma reglamentaria por la revolución francesa, que el duelo se transformó en una ruleta mortal.

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